Etapas de Vida: la clave para un producto híper-diferenciado

Lo bonito de vivir en una ciudad es la gran variedad de personas, estilos de vida, etapas, gustos… y habiendo tanta diversidad, cualquiera pensaría que la oferta de vivienda sería igual de variada. Pero la realidad es que la mayoría de los desarrolladores siguen haciendo lo mismo: mismas dos o tres tipologías, mismas amenidades (alberca, asadores, ludoteca). Se terminan quedando en una “safe zone”, quizá por miedo, o quizá por no tener información suficiente para hacer algo diferente.

Diferenciarse no se trata de tener el edificio con el branding más llamativo, ni tener la mayor cantidad de amenidades. Es más, para diferenciarte ni siquiera tiene por qué entrar en juego el precio. Si quieres saber cómo lograr un desarrollo inmobiliario que se venda como pan caliente, sigue leyendo.

La Importancia de la comunidad

Si no es el branding ni los acabados… ¿Cómo podemos destacar de forma auténtica de la competencia? Para realmente diferenciarte de la competencia es necesario crear un espacio que albergue a una comunidad. Y eso se logra llegando a una híper-definición de producto en la que puedas atender a un segmento ultra específico de la población. 

Lograr que la gente quiera formar parte de una comunidad se trata de hacer que se sientan atraídos por lo que esa comunidad representa. Y para lograrlo, es clave entender que diferentes grupos y etapas de vida valoran cosas distintas. Algunos pueden buscar la socialización a través de actividades como compartir comidas o hacer deporte, mientras que para otros, esto no es tan importante. Así que es necesario comprender a fondo qué es lo que realmente importa para la comunidad que quieres atraer.

Entendiendo las Etapas de Vida

Nuestros análisis nos han arrojado que existen, al menos, seis etapas de vida por las que prácticamente todos pasamos, cada una con necesidades espaciales diferentes:

Estudiantes (15 a 21 años)

En esta categoría entran dos posibilidades: la primera son aquellos estudiantes de preparatoria o universidad que aún viven en casa de sus padres. La segunda alberga a los estudiantes, mayormente universitarios, que ya “dejaron el nido” y viven ya sea en una casa o departamento, o en residencias dentro del campus, generalmente con co-residentes o roomies.

En cualquier caso, en esta etapa de vida los estudiantes no necesitan un área privada muy grande: basta con una recámara individual o compartida y un closet que puede ser pequeño. Sin embargo, para este perfil es prioridad la socialización, por lo que las áreas comunes deben tener un enfoque social que permita las fiestas y el ruido. Ejemplos de ello son salones de fiestas, bares, sky garden, alberca y asadores.

Adulto joven (21 a 29 años)

En esta etapa de vida el enfoque principal es en el área profesional. Recién graduados o con pocos años de ejercicio profesional, los adultos jóvenes pasan la mayor parte de su tiempo en temas relacionados con el trabajo. 

De manera similar que el perfil anterior, esta categoría se puede dividir en dos: las parejas, que por lo general demandan solamente una recámara, y aquellos que cohabitan con los llamados roomies, en cuyo caso requieren mínimo dos recámaras. Los clósets tienden a ser más grandes, y generalmente se demanda un espacio flex que permita a los habitantes hacer Home Office o dedicar tiempo a hacer su tarea de posgrado.

En cuanto a las amenidades, siguen buscando espacios sociales pero quizá con menos bullicio que los estudiantes.

Nuevas familias (29 a 34 años)

En este apartado se incluyen tanto las parejas de recién casados como aquellas que tienen a sus primeros hijos, generalmente de 5 años o menos.

En el primer escenario, los recién casados demandan entre una y dos recámaras, la segunda dedicada a un espacio de estudio u oficina. Una vez que nacen sus hijos, esta segunda recámara se adapta para ellos.

La diferencia con la etapa anterior es que en esta nueva etapa las parejas buscan espacios más amplios, y las necesidades de amenidades comienzan a enfocarse en espacios para los pequeños, tales como ludotecas, parques y jardines de juegos.

Familias con hijos entre 9 y 15 años (35 a 45 años)

Esta etapa comprende a los padres de familia de entre 35 y 45 años, con hijos entre 5 y 15 años. Estas familias forzosamente necesitan más de 2 recámaras, hasta 3 o 4 dependiendo de la cantidad de hijos. Asimismo, comienzan a requerir más espacios con mayor área, como centro de lavado, patio, entre otros.

En esta fase se empieza a notar más la necesidad de amenidades para diferentes etapas de vida. Los adolescentes requieren áreas sociales con bullicio, mientras que los padres de familia buscan áreas verdes, asadores y albercas. Mientras tanto, los hijos pequeños necesitan espacios como ludotecas y jardines de juegos.

Familias consolidadas (45 a 60 años)

En esta etapa se encuentran las familias con padres de entre 45 y 60 años cuyos hijos ya van a la universidad, ya sea que aún vivan con ellos o no. Estas familias requieren más énfasis en áreas para almacenamiento como bodegas o closets adicionales. 

De manera similar a  la etapa anterior, las amenidades siguen siendo muy diferentes, ya que hay que tomar en cuenta las necesidades de los estudiantes y las de los padres.

Empty nesters (60+ años)

Esta etapa está comprendida por parejas de 60 años o más cuyos hijos ya no viven con ellos. La mayoría de estas parejas ya son abuelos, y regresan a necesitar solamente una recámara, quizá una segunda recámara para visitas. 

Su énfasis es en tener espacios para disfrutar el tiempo con sus hijos y nietos. Buscan amenidades con enfoque social pero tranquilo, áreas como ludotecas, cine al aire libre, centro zen, entre otras.

A simple vista podría parecer que las necesidades de cada etapa de vida son similares: una, dos o tres recámaras… pero, ¿qué pasa con el resto de los espacios? ¿Y qué pasa con las tipologías que se parecen en demanda de recámaras pero en nada más? Cada etapa de vida tiene sus necesidades, estilo de vida y prioridades, especialmente cuando se trata de las amenidades.

El Arte de la Diferenciación

Si quieres hacer un proyecto realmente diferenciado, no puedes intentar complacer a todas las etapas de vida ni a todos los estilos de vida. Si quieres que tu proyecto destaque del resto, te recomendamos elegir perfiles específicos que sean compatibles entre sí y que te permitan diseñar no solo las áreas al interior de la vivienda sino también las amenidades y espacios complementarios basándote en sus preferencias sociales y espaciales.

La clave para destacar en el mercado inmobiliario no está en ofrecer más de lo mismo, sino en entender las distintas etapas de vida de tus potenciales compradores y diseñar tus desarrollos para satisfacer sus necesidades específicas. La híper-definición de producto y la adaptación inteligente de amenidades son las herramientas que te permitirán destacar en un mercado saturado. 

Nuestra misión es crear negocios inmobiliarios responsables con tu chequera y con la ciudad. Nuestra motivación es lograr lo que otros dicen que es “imposible”. Si tienes un terreno o un proyecto y estás interesado en alguno de nuestros servicios, contáctanos. Nos encantará trabajar juntos para maximizar el valor de tu patrimonio.

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